Del miedo a la represión solo hay un voto

Por: Jorge A. Mejía
Zapopan, Jalisco. 30 de Septiembre 2016


Las muestras de júbilo tras el resultado del pasado debate en las elecciones estadounidenses no se hicieron esperar. La mayoría vimos como la candidata demócrata se desenvolvió, dando muestras de su habilidad política ante un “Donald”, que por momentos, se vio acorralado. No es de sorprender que el singular candidato republicano; se quedara corto ante una figura del tamaño de la señora Clinton. Si bien es verdad que el hombre repuntó en las encuestas después de su visita a México. No había manera que con sus arengas y  sus arrogancias, lograra desestabilizar a una mujer de gran experiencia política. Trump no debería de quitarle el sueño a nadie, su calidad moral terminará por sentenciarlo ante un amplio sector del electorado estadounidense. (Ya podrán lamentarse Peña y su gabinete por lo desastroso de su apuesta, la que tocaremos más adelante). Trump no es nada, el efecto Trump sí que lo es. Partamos del hecho de que a todos nos tomó por sorpresa, desde el más acertado de los analistas, hasta los poderes facticos republicanos.  Periódicos y revistas como el New  York Times o la Newyorker han recopilado datos, reportajes e incluso análisis de libros como el recientemente publicado “Hillbilly Elegy”  para comprender como es que se llego a tal situación. En ellos se recolecta el sentir de la “white poor people” como ellos los llaman. Se habla de su baja economía, de sus aspiraciones truncadas y, hasta de su desventaja de género: ya que ellos (los simpatizantes de Trump), se dice que son los hombres que en el campo laboral, fueron desplazados por las mujeres; de ahí que celebran los actos de misoginia del candidato. En efecto, creo que todos esos factores fueron la caldo de cultivo, sin embargo, me gustaría hablar de un elemento poco mencionado. Estamos ante un acto de temor, y no me refiero al que nos inspira que un personaje así, llegara a ser el comandante en jefe de la potencia armamentística mundial. Me refiero al temor del anglosajón al verse amenazado por una minoría. Trump es el reflejo de un sueño que quedó lejano, este era: el de una América blanca y continental. Si bien este sueño comenzó a desvanecerse desde el instante en que las trece colonias extendieron su dominio hasta la costa oeste. Ellos los americanos (como se auto nombraron) no se resignaron, endurecieron políticas,  expropiaron tierras, hicieron redadas contra los antiguos pobladores y, al final aceptaron que con las nuevas tierras, también habían adquirido nuevos ciudadanos. Eso era algo que se podía tolerar, siempre y cuando se quedaran ahí, cultivando tierras, a la sombra del hombre blanco. Trump comenzó por expresar su malestar ante un mexicano exitoso en la entrega de los Oscares. De ahí enarboló su bandera para lanzarse a una candidatura que pocos pensaron que lograría. Nadie suponía que el sentir de la “White poor people” se vería reflejado en este charlatán. América como ellos se llaman, es la tierra de las oportunidades, falto enfatizar que en el subconsciente anglosajón, había unas letras pequeñas que decían: para el hombre blanco. Es el latino exitoso el que les preocupa, ya no aquel que toleraron por más de siglo y medio a su sombra.  En el país del norte no solo hay piscadores y jardineros (con el debido respeto), también existen profesionistas, en distintas arias que individualmente generan cientos de miles de dólares. No he de mentir que como mexicano, he soñado con la reconquista del territorio perdido, inclusive; me atrevería a decir, que podría ser una fantasía nacional. Como broma hemos dicho que no sería necesaria una guerra, ya que con la migración los terminaremos por invadir. A mi parecer la fantasía que se hizo broma comienza a ser incómoda para ciertos USamericanos. El hispano es la minoría más grande de los estados unidos y de entre ellos, los mexicanos  los más numerosos. Pueden tacharme de loco si quieren, pero el español está tomando gran fuerza al norte del continente. El angloparlante, exige se hable en inglés. Ya desde años atrás a habido casos como el de un “ampayer” (o como se diga); expulsando a un chico por hablar español durante un juego de beisbol en una liga amateur. Inclusive, hace no mucho se hizo viral una carta que un joven latino escribió, para contestarle a un dentista resentido porque su hija no fue aceptada en la universidad y el  joven latino sí.  A mi parecer todos estos son indicios de una pugna que comienza a desarrollarse. Pero no es para temerles, es para ponerse en guardia. El efecto Trump se puede detener, este es el momento histórico para dignificar lo que significa ser latino al norte del continente. Es verdad que de las minorías,  los latinos son los más desinteresados por las urnas, pero, ¿cómo organizarse? cuando  en algunas partes por tu aspecto, se abalanza sobre ti los agentes de migración. También es entendible la apatía cuando se parte de estados fallidos como el mexicano, donde sus clases políticas terminan por decepcionar cada sexenio.  Trump, es  fácil de vencer tanto, que podría ganar. Debemos entender que por más que sea un idiota  de poco tacto y mucha charlatanería, es el reflejo de un sector que se siente desplazado. Es el momento de dar un golpe de autoridad, ya que si el latino no se gana el respeto, después vendrán otros de un lado o de otro que podrá morder para que el pueblo blanco “rico o pobre” no sea superado. Hillary en efecto, no es la mejor opción para el latino. Pero Trump es la oportunidad de demostrar que esos más de cincuenta millones  de seres humanos merecen ser respetados.   

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