Zapopan, Jalisco. 30 de Septiembre 2016
Las muestras de júbilo
tras el resultado del pasado debate en las elecciones estadounidenses no se
hicieron esperar. La mayoría vimos como la candidata demócrata se desenvolvió,
dando muestras de su habilidad política ante un “Donald”, que por momentos, se
vio acorralado. No es de sorprender que el singular candidato republicano; se
quedara corto ante una figura del tamaño de la señora Clinton. Si bien es
verdad que el hombre repuntó en las encuestas después de su visita a México. No
había manera que con sus arengas y sus
arrogancias, lograra desestabilizar a una mujer de gran experiencia política.
Trump no debería de quitarle el sueño a nadie, su calidad moral terminará por
sentenciarlo ante un amplio sector del electorado estadounidense. (Ya podrán
lamentarse Peña y su gabinete por lo desastroso de su apuesta, la que tocaremos
más adelante). Trump no es nada, el efecto Trump sí que lo es. Partamos del
hecho de que a todos nos tomó por sorpresa, desde el más acertado de los
analistas, hasta los poderes facticos republicanos. Periódicos y revistas como el New York Times o la Newyorker han recopilado
datos, reportajes e incluso análisis de libros como el recientemente publicado “Hillbilly
Elegy” para comprender como es que se llego a tal
situación. En ellos se recolecta el sentir de la “white poor people” como ellos
los llaman. Se habla de su baja economía, de sus aspiraciones truncadas y,
hasta de su desventaja de género: ya que ellos (los simpatizantes de Trump), se
dice que son los hombres que en el campo laboral, fueron desplazados por las
mujeres; de ahí que celebran los actos de misoginia del candidato. En efecto, creo
que todos esos factores fueron la caldo de cultivo, sin embargo, me gustaría
hablar de un elemento poco mencionado. Estamos ante un acto de temor, y no me
refiero al que nos inspira que un personaje así, llegara a ser el comandante en
jefe de la potencia armamentística mundial. Me refiero al temor del anglosajón
al verse amenazado por una minoría. Trump es el reflejo de un sueño que quedó lejano,
este era: el de una América blanca y continental. Si bien este sueño comenzó a
desvanecerse desde el instante en que las trece colonias extendieron su dominio
hasta la costa oeste. Ellos los americanos (como se auto nombraron) no se
resignaron, endurecieron políticas,
expropiaron tierras, hicieron redadas contra los antiguos pobladores y,
al final aceptaron que con las nuevas tierras, también habían adquirido nuevos
ciudadanos. Eso era algo que se podía tolerar, siempre y cuando se quedaran
ahí, cultivando tierras, a la sombra del hombre blanco. Trump comenzó por
expresar su malestar ante un mexicano exitoso en la entrega de los Oscares. De
ahí enarboló su bandera para lanzarse a una candidatura que pocos pensaron que
lograría. Nadie suponía que el sentir de la “White poor people” se vería
reflejado en este charlatán. América como ellos se llaman, es la tierra de las
oportunidades, falto enfatizar que en el subconsciente anglosajón, había unas
letras pequeñas que decían: para el hombre blanco. Es el latino exitoso el que
les preocupa, ya no aquel que toleraron por más de siglo y medio a su sombra. En el país del norte no solo hay piscadores y
jardineros (con el debido respeto), también existen profesionistas, en
distintas arias que individualmente generan cientos de miles de dólares. No he
de mentir que como mexicano, he soñado con la reconquista del territorio
perdido, inclusive; me atrevería a decir, que podría ser una fantasía nacional.
Como broma hemos dicho que no sería necesaria una guerra, ya que con la
migración los terminaremos por invadir. A mi parecer la fantasía que se hizo
broma comienza a ser incómoda para ciertos USamericanos. El hispano es la
minoría más grande de los estados unidos y de entre ellos, los mexicanos los más numerosos. Pueden tacharme de loco si
quieren, pero el español está tomando gran fuerza al norte del continente. El
angloparlante, exige se hable en inglés. Ya desde años atrás a habido casos
como el de un “ampayer” (o como se diga); expulsando a un chico por hablar
español durante un juego de beisbol en una liga amateur. Inclusive, hace no
mucho se hizo viral una carta que un joven latino escribió, para contestarle a
un dentista resentido porque su hija no fue aceptada en la universidad y el joven latino sí. A mi parecer todos estos son indicios de una
pugna que comienza a desarrollarse. Pero no es para temerles, es para ponerse
en guardia. El efecto Trump se puede detener, este es el momento histórico para
dignificar lo que significa ser latino al norte del continente. Es verdad que
de las minorías, los latinos son los más
desinteresados por las urnas, pero, ¿cómo organizarse? cuando en algunas partes por tu aspecto, se abalanza
sobre ti los agentes de migración. También es entendible la apatía cuando se
parte de estados fallidos como el mexicano, donde sus clases políticas terminan
por decepcionar cada sexenio. Trump,
es fácil de vencer tanto, que podría
ganar. Debemos entender que por más que sea un idiota de poco tacto y mucha charlatanería, es el
reflejo de un sector que se siente desplazado. Es el momento de dar un golpe de
autoridad, ya que si el latino no se gana el respeto, después vendrán otros de
un lado o de otro que podrá morder para que el pueblo blanco “rico o pobre” no
sea superado. Hillary en efecto, no es la mejor opción para el latino. Pero
Trump es la oportunidad de demostrar que esos más de cincuenta millones de seres humanos merecen ser respetados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario