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Por: Jorge A. Mejía
Zapopan, Jal. 5 de Noviembre 2016
Un hombre misterioso detonó su pistola
la madrugada del pasado lunes en la carretera México-Toluca; los primeros
reportes, hablaron de un vengador anónimo. La noticia tomó tintes fantásticos,
como fantásticas, fueron las explicaciones por parte de las autoridades. Cuatro
presuntos delincuentes habían perecido por un brazo justiciero y, el asesino,
se perdió en las sombras como lo hiciera Charles Bronson en el clásico “Death
Wish.” Los cuestionamientos no se hicieron esperar. Y, ante la irregularidad de
las declaraciones, en este momento hay quien afirma que se encubre un acto del
crimen organizado. Más allá de la acción en sí, el debate se abre paso en la
cuestión moral, es ahí donde la sociedad nos manifestamos y por supuesto las
opiniones son divididas.
Es un hecho que
ante la impunidad de la delincuencia, un
sentimiento de venganza se apodera del imaginario popular. La vulnerabilidad
toma tintes desesperantes, cuando, al voltear hacia las autoridades, nos damos
cuenta que poco hacen por solucionar nuestros problemas. La mayoría de las
policías municipales en el país, sirven al crimen organizado y la situación
empeora, conforme se sube por la
pirámide gubernamental. Como resultado,
el estado de derecho se ha desquebrajado, derivando en suplantación de la
justicia por entes ajenos a la federación.
Para nadie es nuevo que los cárteles (Transformados en plazas para el
individuo de a pie) ha tomado el control en diversos municipios de la república y, son ellos, los
que imparten justicia. No sería nada nuevo que estos cuatro: hoy occisos, hayan
sido ajusticiados por disputas de poder.
Pero en caso que
existiera, ¿acaso somos una sociedad de salvajes por aprobar un personaje de
este tipo?, ¿nuestro hartazgo nos ciega y saca lo peor de nosotros ante el
mundo? En lo personal, no lo creo. La sed de justicia es algo más antiguo que
nuestra identidad como humanos pensantes. Es un reflejo ante la adversidad: yo
diría que proviene desde que nuestros antepasados primates; tuvieron esbozos de
personalidad. Con esto no apruebo ni satanizó lo ocurrido en la carretera
México-Toluca. Simplemente trato de entender una reacción por parte de cierto
grupo de nuestra sociedad. En lo personal, considero grotescos los vídeos de
linchamientos que circulan en las redes sociales. Y estoy convencido de que se
necesita de mucha injusticia para que una comunidad específica reaccione de tal
manera. Los factores son diversos, tantos, que no ajustaría la vaguedad de esta
cuartilla para poder abordarlos. Lo único que puedo decir es que se trata no de
una reacción exclusiva de pueblos salvajes, sino de un acontecer totalmente
universal.
Ya en los libros
sagrados como la biblia se plasman venganzas por parte de un Dios justiciero. Individuos
y civilizaciones cobran facturas pendientes contra sus opresores, desde el
lejano Mahabharata de la India, pasando por la antigua Guerra de Troya en donde
Paris, enfrenta a la justicia por su debilidad por Helena. La historia
universal no puede quedar fuera y, se plasman sentimientos de venganza desde la
misma conspiración contra Cesar en la antigua Roma.
No olvidemos que el siglo pasado, fue el
más sangriento de la historia. Tras la primera guerra mundial, Adolf Hitler comenzó
su llamamiento al pueblo alemán en su discurso emitido el primero de febrero de
1933. “Más de catorce años han transcurrido desde el infortunado día en que el
pueblo alemán, deslumbrado por promesas que le llegaban del interior y del
exterior, lo perdió todo al dejar caer en el olvido los más excelsos bienes de
nuestro pasado”
Con dos guerras
mundiales y la reivindicación del terrorismo moderno. Tan genuino fue el acto
terrorista en las olimpiadas de Munich, luego de las masacres cometidas por los
israelitas; en las intifadas. Como el levantamiento de voz por parte de los
pueblos tibetanos ante la opresión China. Pero al final la sangre del mas
desprotegido es la que corre hacia las cloacas.
El nuevo siglo
no comenzó mejor, como ejemplo se tiene el 11S y la respuesta desproporcionada por parte del
imperio yanqui. Las potencias bombardean naciones islámicas (por el motivo que
sea) y estos a su vez lanzan sus golpes terroristas. El odio hacia el otro
crece y seguirá creciendo En una
espiral de sangre. Tras el ataque al
vuelo 9268 de EgyptAir el 31 de octubre del 2015. El Kremlin lanzó
una cacería mundial contra los perpetradores. Rusia ofreció una recompensa de
$50 millones de dólares por información que llevara a los atacantes, lo doble que por Osama Bin Laden. De nuevo
los misiles apuntaron hacia la población civil.
Como
pueden ver no somos la única sociedad de bárbaros, ante la agresión los grupos
humanos lamentablemente responden con más violencia o no tengan la razón. Como muestra,
el próximo martes tendremos las elecciones en EEUU, en donde el candidato
republicano, llamó a sus simpatizantes a impedir el fraude electoral; en esto,
está implícito el llamamiento a grupos de intimidación de la ultra derecha
norteamericana. Quienes bajo la segunda enmienda norteamericana, podrán portar
armas en plena jornada electoral. Y esto en una sociedad que pregona modernidad y civismo de altura.